Abeliansky sostuvo que "coexistimos
en nuestra sociedad con el riesgo de tal forma que lo hemos
interiorizado y consentido como una parte más de nuestra vidad en comunidad"; ya que "algunos
de estos riesgos son tomados espontáneamente y sin obligaciones
aparentes, mientras que algunos otros se ven circundados en graves
disputas y protestas."
"Lo pertinente del punto es que son necesariamente aquellas
situaciones que más frecuentemente producen daños las más
fácilmente asumidas por la sociedad, ya que los
riesgos que asumimos en la vida diaria son admitidos como un
“estereotipo” a pesar de que el número de complicaciones y
muertes que causan son más importantes que inundaciones u otros
problemas naturales que hemos vivido, y que llevaron a
múltiples reclamos sociales" aseveró Abeliansky.
Las
diversas maneras de confrontar a los riesgos a los que nos vemos
expuestos son tan disímiles como distintos son los ciudadanos o las
clases que conforman el entramado social; ya que en
la sociedad de hoy no sólo confrontamos con la globalización de los
riesgos individuales sino que los grandes riesgos actúan
potencialmente en toda nuestra Argentina, superando las fronteras concebidas por
el hombre, de la mano de la tecnología y las comunicaciones.
Nuestro actual estilo de vida tan interrelacionado genera que lo que afecta a
una comunidad de una provincia, tiene la potencial capacidad de repercutir indefectiblemente en el
resto del territorio, tanto directa como indirectamente. Con todo, considero que la presencia constante del riesgo en la
sociedad moderna argentina y la reacción inmediata de sus
efectos se hace forzoso incluir el concepto de “sociedad del
riesgo” y deberemos adecuarnos a la noción de que convivimos con el riesgo en estos años
iniciales del siglo XXI, bajo un marco propiciado, por una
interconexión global inédita.
El riesgo como objeto que debe ser gobernado
Innegablemente,
nuestra sociedad actual está limitada y prescrita por la aparición
de la cultura del riesgo. La
globalización ha borrado en términos prácticos, claramente no en términos jurídicos, fronteras físicas de naciones,
cuestionando cómo nos organizamos y vivimos la sociedad; derrumbando
la vieja visión de unidad territorial cohesionadora en torno a
instituciones políticas nacionales.
Para comprender la huella que la globalización marca en nuestra sociedad podemos determinarla como una prolongación sucesiva de las formas de relación y de organización social que sobrepasan los espacios cotidianos y se propagan hasta absorber todo el territorio nacional. Todo esto representa que nada de lo que acontece en nuestro país confina sus repercusiones a nuestro espacio geopolítico determinado, mejoramos trambién gracias a nuestros vecinos y variamos su realidad de la misma forma que ellos se nutren de nosotros y transformamos su espacio político y social.
Abeliansky concluyó que seguridad y riesgos se han convertido en un tema de pertinencia para
toda la sociedad, "no porque antes no existiese, sino porque su propia
naturaleza -producto de las crisis que demolieron los valores
esenciales de la sociedad- y fundamentalmente por su extensión de carácter global, que sorprende a la clase
política tradicional y requiere de la consideración de nuevos
paradigmas que sean realmente efectivos."
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